La recesión o desaceleración económica mundial, que resultará de la crisis financiera nacida en Estados Unidos, puede producir beneficios ambientales a corto plazo, como la reducción del consumo energético y de la deforestación amazónica, pero los efectos pueden ser negativos más adelante.
Una menor demanda mundial de productos agropecuarios y la consecuente caída de los precios, especialmente si ocurre con la carne de vacuno y la soja, disminuiría la presión sobre la Amazonia brasileña, evaluó Paulo Barreto, investigador del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonia (Imazon).
La expansión de la ganadería, que necesita extensas tierras baratas, es la principal causa directa de la deforestación amazónica, fuente de 75 por ciento de los gases de efecto invernadero emitidos en Brasil. La soja, otras siembras y la extracción maderera también hacen parte de este proceso de daños a la naturaleza.
El seguimiento de Imazon indica que en el último año amazónico, de agosto a julio, se redujo la deforestación en seis por ciento, respecto de los 12 meses anteriores a este lapso. Fue decisiva para ello la fuerte disminución en junio y julio, meses en que usualmente la actividad depredadora de los bosques se intensifica aprovechando el estiaje.
Barreto dijo a IPS que esta merma puede indicar ya algún efecto de la crisis económico-financiera mundial, pero lo más probable es que dieron resultado las medidas del gobierno izquierdista de Luiz Inácio Lula da Silva, especialmente la restricción al crédito para hacendados que incumplieron normas ambientales y territoriales.
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Un freno en la economía mundial disminuiría el uso de recursos naturales, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, pero no se puede asegurar que se aprovechará la oportunidad para sostener esa tendencia en el futuro, matizó.
Por un lado las dificultades económicas estimulan la búsqueda de eficiencia, pero también pueden hacer que la industria, por ejemplo, rechace costos adicionales para contener su contaminación, observó. Así, el ambiente perdería prioridad ante el esfuerzo por recuperar la economía.
La escasez de capital también puede "retardar la renovación tecnológica, prorrogando la utilización de tecnologías obsoletas", mientras que el abaratamiento del petróleo haría abandonar esfuerzos para su sustitución por fuentes energéticas más sustentables, acotó Roberto Smeraldi, director de la organización no gubernamental Amigos de la Tierra/Amazonia Brasileña.
Pero hay factores positivos inmediatos y también duraderos en la crisis. Al haber "menos dinero fácil" obligará al mundo a valorar la eficiencia y a "quitar recursos de proyectos que sólo se justificaban por la supuesta abundancia de liquidez", comentó Smeraldi a IPS.
El activista entiende que más regulación en el sistema financiero conduce a "más control social y responsabilidad también en la cuestión ambiental". Destacó la previsible reducción del ritmo de extracción mineral y de la agricultura de exportación.
La crisis financiera y ambiental tienen el mismo origen, que es "la externalización y dispersión de pasivos, sean deudas impagables o contaminación y residuos".
Los impactos de la crisis financiera en el cambio climático serán "heterogéneos y contradictorios", resumió para IPS Eduardo Viola, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Brasilia.
"La contracción radical de la liquidez mundial" reducirá también las inversiones en "energía no carbónica", como la eólica, solar y de biocombustibles, haciendo "más lenta la revolución energética", pues pierde el gran estímulo como son los altos precios del petróleo, destacó.
El carbón tenderá a ser más usado ante la escasez de crédito que dificultará la construcción de centrales hidroeléctricas en países que, como China e India, necesitan ampliar sus fuentes de energía para sostener la expansión económica, ejemplificó Viola.
La crisis no es buena para la cuestión climática, aunque entorpezca el aumento de las emisiones de los gases invernadero, porque "congela la situación", postergando políticas de mitigación para no perder empleos, acotó.
Como positivo para el futuro, este profesor destacó que el sacudón que sufre la humanidad puede "cambiar mentalidades y valores", poniendo en cuestión el "hiperconsumismo, el modo de vida consumista e inmediatista", a favor de una mayor sustentabilidad.
Pero el momento es aún de mucha incertidumbre y todo depende de si el mundo elige la cooperación para una nueva gobernanza financiera, que tendría efectos positivos también en el área ambiental, o si la opción será por el conflicto, concluyó.